¿Alguna vez ha calculado el tiempo que dedica a la semana a la limpieza del hogar?
Si es así, súmele las horas que está trabajando, desplazándose o haciendo la compra y la comida. ¿Cuánto tiempo le queda libre? Menos del que le gustaría, ¿verdad? Veamos cómo dar la vuelta a esos números y. sobre todo, cómo mejorar su calidad de vida. Objetivo: ahorrar tiempo en el saneamiento del hogar.
«Los hogares españoles invirtieron 52.682 millones de horas en actividades productivas no de mercado, de las cuales el 67,2% (35.389 millones de horas) fueron dedicadas por mujeres«. Lamentablemente, prima la desigualdad. Así lo recoge el informe Empleo del tiempo, conciliación trabajo y familia 2009 – 2010 (actualizado el 23 de mayo 2014), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Para su elaboración, participaron 5.381 parejas.
Si atendemos al reparto de tareas en función del sexo
el mismo estudio concluye que las mujeres dedican al hogar una media diaria de 3 horas más que los hombres. En concreto, ellas emplean 5 horas y 47 minutos cada día, mientras que ellos, 2 horas y 47 minutos. La mayor diferencia la encontramos en el apartado de las tareas culinarias, donde las féminas se afanan durante 1 hora y 17 minutos más que los varones. Respecto al mantenimiento del hogar, comprobamos que, de media, las españolas destinan 59 minutos por jornada a las tareas domésticas (40 minutos más que ellos, que solo reservan 19 minutos a estas labores).
Así las cosas, el objetivo que nos hemos planteado es conseguir aumentar las horas libres (de hombres y mujeres), reduciendo el tiempo que pasamos fregando, barriendo o aspirando (¿a quién le gusta pasar un domingo comiendo polvo?). Solo hay una norma: no perder ni un ápice del nivel de limpieza y estado de salubridad de nuestro hogar.
La cocina, paraíso de las bacterias
Según un estudio realizado por microbiólogos de la Organización de Salud Pública y Seguridad (NSF International), «seis de los lugares más sucios de la casa están en la cocina». Otro estudio, esta vez publicado por la Universidad de Arizona, sobre cómo se transfieren las bacterias en el medio ambiente, concluye que «hay unas 200 veces más bacterias fecales en las tablas de cortar que en el inodoro». Además, el mismo informe asegura que los estropajos y los trapos de la cocina son los objetos más contaminados.
Un truco para ahorrar tiempo: desinfecte lo esencial. El quid de la cuestión está en ser selectivo. Para ello, centre sus esfuerzos en los objetos y zonas de la cocina cuya limpieza es prioritaria desde el punto de vista de la salud: estropajo, fregadero y tabla de cortar. Una manera cómoda, rápida y eficaz de limpiar el estropajo es metiéndolo en el microondas durante un minuto. En cuanto al fregadero, basta con que durante unos minutos lo llene de agua mezclada con medio vaso de lejía. Por último, para limpiar la tabla de cortar, eche un poco de sal por encima y frótela con medio limón. La dejará lista para el siguiente uso y además elimina los malos olores. Llevamos aproximadamente 30 minutos y ya podemos pasar a la limpieza del baño.
El baño, guerra a la humedad
A pesar de que la mayoría de la gente cree que el inodoro es el lugar más sucio del cuarto de baño, lo cierto es que un estudio elaborado por Hygiene Council Group señala las toallas como los objetos donde encontraremos la mayor concentración de gérmenes. Desde esta institución, especializada en la prevención de infecciones en el hogar, aconsejan desinfectar la bañera de forma regular y, sobre todo, evitar que los paños de secado permanezcan húmedos durante mucho tiempo, así como mantener la estancia ventilada. Y es que la humedad es el mayor riesgo que ofrece el cuarto de baño, ya que reúne las condiciones idóneas para la vida y reproducción de las bacterias.
Un truco para ahorrar tiempo: ventile habitualmente y mantenga bajada la tapa del inodoro. No son necesarias muchas horas para mantener a raya las bacterias del cuarto de baño. Básicamente, lo que no puede dejar de hacer es el cambio semanal de toallas y desinfectar la bañera o la ducha. Para ello, le sugerimos un remedio casero muy efectivo: espolvorear un poco de sal y frotar medio pomelo por la bañera. La sustitución de las toallas y la limpieza de bañera no le llevarán más de 15 minutos.
Por otro lado, de lo que no debe preocuparse con exceso es del inodoro. Solo apuntamos un pequeño consejo del Hygiene Council que reducirá las posibilidades de que las bacterias se instalen en nuestro baño: bajar la tapa antes de tirar de la cadena. Eso sí, si su familia hasta ahora no lo hacía, es posible que le lleve algún tiempo que se habitúen a la nueva costumbre.
Salón y dormitorio, el trabajo está en la alfombra
Las investigaciones publicadas en el libro The secret life of germs, del microbiólogo e inmunólogo de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) Philip Tierno, indican que su alfombra puede contener unas 100.000 bacterias por centímetro cuadrado, lo que la convierte en un emplazamiento 4.000 veces más sucio que el propio retrete. Así que ya sabe cuál es su objetivo de limpieza en el salón.
Un truco para ahorrar tiempo: no limpie la habitación cada día. Si tiene alfombra, una colonia bacteriana de tales dimensiones requiere sin excusas del uso del aspirador una vez a la semana. Y si a la limpieza de la alfombra le sumamos unos veinte minutos para eliminar el polvo de los muebles, en total no habremos invertido más de 40 minutos en el salón. A menos que esté pasando por una enfermedad que le obligue a permanecer en la cama, el dormitorio no es una habitación que exija una limpieza diaria exhaustiva. Eso sí, el Hygiene Council recomienda lavar las sábanas una vez a la semana para eliminar las bacterias, virus y ácaros del polvo.
Sumando el tiempo dedicado a cada estancia, resulta en una rutina de limpieza de una hora y 25 minutos. El resto de los días de la semana, como no pasará la aspiradora, puede dedicar ese lapso a la higienización de las zonas relegadas, al fregado del suelo de la casa o al mero descanso.
Publicado en El País, 03/15