Eludir el cobro de comisiones por mantenimiento de cuenta, hacer transferencias o por el cobro de cheques, es uno de los principales motivos argumentado a la hora de cambiar de entidad bancaria
Todas las comisiones deben aparecer especificadas en los contratos de suscripción del producto. Por este motivo que se recomienda revisarlos a fondo: a través de ellos se podrá saber qué criterios de cobro se aplican.
Según especifica el Banco de España, las entidades tienen «libertad para establecer sus comisiones bancarias y gastos repercutibles». La única condición, que «respondan a servicios efectivamente prestados o gastos habidos». Más allá, «no existe ningún límite a su importe salvo que de forma particular y expresa se haya introducido por una disposición legal».
A día de hoy, las comisiones siguen actuando como cortapisa para los clientes bancarios. El 58% de los usuarios que prevé cambiar de entidad principal este año lo hará para evitarlas, según se desprende de una encuesta llevada a cabo por el comparador de productos bancarios Bankimia.
Tipos de comisiones que se pueden eludir
Con todo, algunas de las comisiones más habituales se pueden evitar o rebajar considerablemente. Una de las vías, emplear las plataformas ‘online’ de las entidades u operar con aquellas que trabajan exclusivamente a través de la red.
Éste sería el caso de las comisiones de mantenimiento y administración en cuentas corrientes. También, si bien no siempre, en las transferencias. Habitualmente no se cobra por ellas si se llevan a cabo por internet. En caso de ser gratis, se aplica a operaciones a nivel nacional o europeo.
En las entidades tradicionales, estas comisiones se pueden evitar, habitualmente, a través de la vinculación con la entidad. Esto es, domiciliando los ingresos periódicos a través de las cuentas nómina, que pueden conllevar también el acceso a otros productos sin que se añada ningún otro tipo de gasto como, por ejemplo, las tarjetas.
Con todo, y si bien la entrega suele ser gratuita, en ocasiones se tiene que pagar por su mantenimiento. Suele pasar, sobre todo, con las tarjetas de crédito. Así, antes de contratar una, el futuro titular debe evaluar qué uso se le va a dar. Si no se va a usar el crédito y la va a emplear para pagar compras y sacar dinero de cajeros, probablemente no la necesite.
A la hora de retirar dinero de los cajeros automáticos también hay que estar alerta. Y es que cada vez que se emplea en un expendedor de un banco o red diferente al del emisor de la tarjeta es probable que se añada una comisión.
Otra comisión que se puede evitar es la que va adjunta al envío de comunicaciones: los sms o las cartas en las que se informa de los movimientos bancarios del titular de la cuenta o el estado de sus números. Anulando los envíos y estando al día a través de las plataformas online de los bancos, se puede evitar su cobro.
En el caso de los productos de financiación, las entidades que operan a través de internet acostumbran a ser las que menos comisiones añaden. No suelen cobrar por estudio, apertura o cancelación de un préstamo o hipoteca. Si bien cada vez más, los bancos ‘offline’ están suprimiendo alguno de estos costes, como la comisión de apertura.
Finalmente, otra de las comisiones que se podría evitar es la de descubierto, que se añade cuando se gasta más dinero del que se dispone en la cuenta corriente. Hay varias vías para hacerle frente: desde intentar negociar con el banco un aplazamiento de los pagos hasta previendo el gasto y contratar tarjetas de fidelización de grandes comercios (si se compra en ellos). Suelen ser gratuitas y permiten fraccionar los pagos sin intereses.